
Déjate las drogas… ¡aguas con las gusgueras!
Oaxaca, Oax. 13 de septiembre de 2012 (Quadratín).-En los linderos del cinismo, el ex presidente Fox hizo gala de que con su intervención y acción, el entonces candidato Felipe Calderón Hinojosa, remontó y ganó la presidencia a Andrés Manuel López Obrador, aunque fuera por una mínima, casi imperceptible diferencia.
Sin la acción foxista (haiga sido como haiga sido), el panismo hubiera durado solo un sexenio y, el hoy mandatario saliente hubiera adelantado su camino al cuidado de su familia o a la cátedra.
Fox optó por el triunfo del PAN aunque violara la ley o incurriera en inmoralidad; en vez de actuar y convertirse en estadista optó por ser partidista. Envileció su desempeño.
Calderón por su parte hizo el camino inverso. Como se acostumbra al final de todo sexenio, visitó el área para escoltas y periodistas del avión presidencial y evocó momentos decisivos del sexenio por concluir. Reveló que en el Partido Acción Nacional (PAN) quizá algunos militantes hubieran querido apoyo del gobierno fuera de los límites legales para apoyar a Josefina Vázquez Mota, ex candidata presidencial blanquiazul, pero aclaró que no aceptó. Yo sabía que había que conducirse dentro de los cauces de la ley, sin la utilización de fondos públicos para campañas políticas. Eso hice y estoy convencido de que eso fue lo correcto, declaró en Vladivostok. Afirmó que dio a la candidata panista su voto y su simpatía y precisó que no tiene ninguna diferencia con ella, a quien dijo respetar y tener profundo afecto y gratitud
A pregunta expresa sobre si apoyaría a la ex secretaría de Educación Pública para ocupar la presidencia del Partido Acción Nacional, dijo que el apoyo que yo pude darle es el apoyo que le puede dar cualquier demócrata; mi simpatía, desde luego, mi voto que, por supuesto, fue para ella y, desde luego, la honesta simpatía que sentí y siento por su propia candidatura.
Con su actuación neutral el panismo perdió la Presidencia de la República y la consideración y el respeto de militantes que creyeron, como él quizá, en un tercer mandato panista, pero Calderón se ubicó como estadista. Por eso ahora puede decirlo sin rubor, sin vergüenza:
A México le hacen falta partidos políticos fuertes, bien definidos, representativos de ideales y aspiraciones de los mexicanos. Y, en ese sentido, tanto los partidos que estén en el espectro más a la derecha o más a la izquierda, en el centro, en fin, requieren una solidez institucional, una claridad de propuestas y una vida institucional propia, bien definida y clara.
La voz del estadista.